En la religión cristiana, la Cuaresma es un periodo de reflexión, arrepentimiento y oración, que comienza el miércoles de ceniza y culmina con el domingo de resurrección, con lo cual termina también la Semana Santa. En antiguas prácticas y no dudo que, en muchas comunidades cristianas, a lo largo de 40 días se preparan para la celebración de la muerte y resurrección de Cristo, mediante el ayuno, la abstinencia y la caridad, sacrificios salpicados de una espiritualidad que lleva a la permanente renovación de la fe. Para la iglesia, en pocas palabras, dicho comportamiento es el ideal de la buena persona cristiana.
En nuestros tiempos dichos valores y muchos otros albergados por otras religiones se han ido deteriorando, al grado de que el comportamiento humano les da prioridad a otras perspectivas de la cultura dominante en cada sociedad. Para dirimir discusiones morales o éticas, la teología católica cristiana estableció varios pecados o vicios llamados capitales que identifica como siete faltas o debilidades humanas primordiales, que engendran "el resto de los posibles pecados humanos". También ensalza las virtudes que pueden practicarse y formar mejores seres humanos.
La soberbia se considera el pecado principal y raíz de todos los demás, nos ilustra María Camila Orozco Espinoza, especialista del tema en el periódico El País: "Se manifiesta como un exceso de amor propio, una exagerada confianza en las propias habilidades y una falta de humildad. La soberbia, al cegarnos ante nuestras propias fallas, nos impide aprender y crecer. La humildad, por otro lado, se presenta como un antídoto esencial".
La extrema soberbia que exhiben personas gobernantes o dirigentes que cuentan con poder los lleva a cometer injusticias con el desvalido. El poderoso se siente superior e intocable durante el tiempo que dura su mandato porque llega a estar convencido de que en esta posición estará toda la vida.
"La avaricia va más allá de la simple acumulación de riquezas. Se trata de un deseo insaciable de poseer y acumular, ya sea dinero, posesiones o poder. Este pecado advierte sobre los peligros de priorizar lo material sobre lo espiritual y la importancia de la generosidad y la gratitud". El avaro, durante toda su existencia, está acumulando riqueza, sin importarle muchas veces la forma en como la obtiene.
"La envidia surge cuando sentimos celos o resentimiento hacia los logros o posesiones de los demás. Este pecado revela la lucha contra la inseguridad y la importancia de celebrar los éxitos ajenos. La gratitud y la autoaceptación son antídotos efectivos contra este sentimiento muy extendido".
"La ira se manifiesta como una furia incontrolada y destructiva. Este pecado -dice la periodista católica, quien hace énfasis en la contraparte de dichos sentimientos- nos insta a reflexionar sobre la importancia de manejar nuestras emociones con sabiduría y comprensión. La paciencia y la empatía son virtudes que contrarrestan la ira, permitiéndonos resolver conflictos de manera más constructiva".
La ira es parte de lo que experimenta la ciudadanía ante el descuido de los servicios públicos -agua, transporte, baches, desatención, incapacidad de respuesta, etcétera- dada la nula empatía de autoridades por satisfacer demandas de justicia o derechos humanos, males ocasionados por la corrupción, las desapariciones, la violencia, el robo...
"La lujuria, comúnmente asociada con el deseo sexual descontrolado, también abarca la indulgencia excesiva en placeres sensoriales. Este pecado destaca la importancia de equilibrar las necesidades físicas con un respeto consciente por nosotros mismos y los demás. La moderación y el autocontrol son las lecciones clave aquí".
"La pereza no solo se refiere a la falta de actividad física, sino también a la apatía y la indiferencia hacia el crecimiento personal. Este pecado nos recuerda la importancia de la diligencia y el esfuerzo constante para alcanzar nuestras metas. La pereza nos sumerge en la comodidad, pero la persistencia nos impulsa hacia la excelencia".
"La gula va más allá del exceso en la alimentación; abarca cualquier forma de exceso indulgente. Este pecado destaca la importancia de la moderación en todos los aspectos de la vida, ya sea en la comida, el consumo de entretenimiento o cualquier placer. El equilibrio y la autoconciencia son fundamentales para evitar caer en esta trampa".
Todos tenemos en la mente quién de nosotros o nuestros semejantes pudieran representar estos impulsos o comportamientos negativos que pueden "llevar al alma humana por el camino de la perdición", según la posición indulgente y cómoda de la misma religión; aunque, en muchos casos dichos pecados y los demás vicios, debiera sancionarlos el derecho positivo cuando la moral y la ética no alcanzan. ¡Felices Pascuas!
@ernestoreyes14
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