El grito de justicia, justicia, justicia, retumbó el domingo de ramos, 13 de abril, en el panteón municipal.
Era la exigencia de ciudadanos para que el o los responsables del crimen de Kenia Itzel Maldonado Cancino, no quede impune y se castigue a quien, acabó con la vida de una esposa ejemplar, una madre amorosa y luchadora y una mujer, que murió siendo inocente como para acabar, a sus 26 años de edad, su corta vida.
Kenia, Kena para algunos de sus amistades, perdió la vida en una noche de viernes, el 11 de abril pasado, hace una semana y hasta el momento nada se sabe de los responsables.
La policía ministerial, responsable de investigar estos hechos al igual de la Fiscalía de delitos diversos de la Unidad de procuración de justicia, parece ser que no han tenido avances para descubrir a los autores del crimen.
La joven madre de dos niñas menores de edad, deja viudo a un obrero, que al igual que ella, lucha para salir adelante para atender a un tercer descendiente que estaba en camino y que junto con su madre, a los cuatro meses de gestación, ha muerto.
Juntos además luchaban, trabajando cada quien por su lado, para reunir lo necesario para darle una mejor vida a una de sus hijas, quien presenta un problema de discapacidad física. Todo el peso familiar ahora queda en el padre de la menor.
Kenia Itzel murió en la calle Miguel Hidalgo sur, de un impacto de bala en la cabeza, productos de disparos de sicarios que iban tras una presa al que perseguían y pretendían acabarlo disparando sin control.
La joven madre ha cumplido, esta noche de viernes 18 de abril, una semana de haber sido víctima de esa balacera en la que un hombre, al que era buscado por los criminales, también murió.
Los gritos de justicias, justicia, hechos el día de la sepultura, aun retumban en el descanso del cementerio de Sayula de Alemán, en espera de que el estado, pueda atender el reclamo social.
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