Durante la Semana Santa, una de las celebraciones más significativas del calendario litúrgico cristiano, los días jueves y viernes santos ocupan un lugar central en la tradición de la Iglesia Católica.
En 2025, estos días serán conmemorados el 17 y 18 de abril respectivamente, y representan momentos clave en la Pasión de Jesucristo.
El Jueves Santo marca el inicio del Triduo Pascual, el periodo de tres días que culmina con la resurrección de Jesús en el Domingo de Pascua. Según la tradición católica, en este día se recuerda la Última Cena que Jesús compartió con sus apóstoles.
Durante esa cena, instituye dos de los sacramentos más importantes: la Eucaristía y el Orden Sacerdotal. También se rememora el gesto de humildad en el que Jesús lavó los pies de sus discípulos, acto que hoy en día es representado en la liturgia por los sacerdotes durante la misa vespertina.
Por su parte, el Viernes Santo es un día de recogimiento y reflexión profunda. La Iglesia conmemora la pasión, crucifixión y muerte de Jesús en el Calvario. Es una jornada caracterizada por la austeridad: no se celebra la misa, y en su lugar se realiza la Liturgia de la Pasión del Señor, que incluye la lectura de la Pasión según el Evangelio de San Juan, la adoración de la cruz y la comunión con las hostias consagradas el día anterior. Es también una fecha en la que los fieles practican el ayuno y la abstinencia como muestra de penitencia.
Ambos días invitan a los creyentes a acompañar a Cristo en su camino hacia la cruz y reflexionar sobre el significado de su sacrificio. Más allá de los rituales, el Jueves y Viernes Santo ofrecen una oportunidad para renovar la fe y prepararse espiritualmente para la Pascua, la celebración de la resurrección y la vida nueva.
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