El Corredor Bioceánico Vial planea conectar el puerto de Coquimbo, en Chile, con Porto Alegre, en Brasil, por medio de una red de carreteras y puentes que atraviesa ocho pasos fronterizos y recorre regiones estratégicas de los cuatro países involucrados. Esta obra, estimada en 10 mil millones de dólares, tiene como finalidad competir directamente con el Canal de Panamá al ofrecer una vía terrestre más eficiente para el transporte de mercancías entre los océanos.
Hoy en día, el Canal de Panamá puede mover hasta 36 barcos al día, pero enfrenta largas esperas, que, de acuerdo a datos oficiales, pueden extenderse por tres o cuatro días. El nuevo corredor terrestre promete disminuir los tiempos de traslado y los costos logísticos de manera importante, lo que representa una ventaja estratégica para las naciones del Cono Sur.
Paraguay, uno de los impulsores destacados del proyecto, prevé que el Corredor Bioceánico disminuya hasta en un 25 por ciento los costos de logística para exportadores de productos agrícolas como la soja.
"Paraguay es el cuarto exportador de soja en el mundo, y esta obra nos permitirá un acceso más directo al Pacífico sin depender del Canal de Panamá", aseguró la presidencia de ese país.
En el caso de Chile, los ministros de Economía, Relaciones Exteriores, Transporte y Hacienda han acordado un plan de acción para acelerar las etapas del proyecto. El ministro de Economía, Nicolás Grau, lo calificó como un "proyecto clave para la integración regional y el desarrollo económico".
Los gobiernos involucrados afirman que este megaproyecto no solamente fortalecerá el comercio regional, sino que también impulsará el desarrollo económico en las zonas que atraviesa, como Salta y Jujuy en Argentina, Mato Grosso do Sul en Brasil, el Gran Chaco en Paraguay y las regiones de Antofagasta y Tarapacá en Chile.
Asimismo, permitirá conectar centros de producción alimentaria y minera con mercados internacionales, sobre todo en Asia, abriendo nuevas oportunidades de exportación. No obstante, todavía quedan retos, como la armonización de normativas aduaneras y la incorporación de tecnologías para facilitar el tránsito seguro y eficiente.
Recientemente, los presidentes Gabriel Boric y Santiago Peña reafirmaron su compromiso con el proyecto durante su encuentro en Uruguay. La visión compartida es consolidar una Sudamérica interconectada, con infraestructura moderna que mejore la competitividad regional y disminuya la dependencia de rutas externas.
Funcionarios como el ministro de Desarrollo de Salta, Martín de Ríos, destacan la importancia de "homogeneizar procedimientos aduaneros, sanitarios y migratorios", como parte de los pasos necesarios para garantizar el éxito del Corredor.
El Corredor Bioceánico Vial se perfila como una de las obras de infraestructura más ambiciosas del continente, y si los tiempos se cumplen, su impacto podría marcar una transformación profunda en la dinámica comercial de Sudamérica para las próximas décadas.
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