Nunca antes se imaginó nadie que una pandemia surgida de la noche a la mañana y que no tiene freno, se interpuesto para que el deporte en ciernes, del que se espera mucho por el nacimiento de los nuevos valores se haya quedado estático y que solamente el destino nos dirá que vendrá después.
Ha sido este 2020 un año que indicaba para varios niños, jóvenes y adultos, lo mejor, continuando con sus tareas y enseñar que la entrega y dedicación que se hace con el afán de destacar en un deporte, valga la pena.
Las competencias locales, las eliminatorias que eran las primeras etapas para comenzar a soñar, de aquellas que en su tiempo fueron conocidas como Olimpiadas, desaparecieron por su nombre y debido al terrible Covid-19, nadie pudo en este 2020 llegar alcanzar metas y con ello a la vez la duda de saber si los que esperanzados en que en este año sería el bueno, habrían de lograr sus objetivos.
Un año triste sí, y desalentador, porque las circunstancias de una enfermedad que ahí está y que espera un desfogue para seguir causando estragos evita que todos los panes, proyectos deportivos para los que comienzan desde abajo, puedan tener el avance y desarrollo en los próximos tiempos que se avecinan.
LAS ULTIMAS OLIMPIADAS
Queda claro que momentos extraordinarios, llenos de emociones por estar en el camino de una competencia donde se encuentran satisfacciones, alegrías y tristezas, en esta vez no pudieron mostrarse, pues esas ceremonias que indicaban el comienzo para la búsqueda de las victorias, ya no se pudieron lograr, porque por culpa de un nuevo coronavirus, niños y jóvenes, dejaron de convivir hermanándose para luchar por los colores de su tierra, unos por este puerto y otros, en las mismas circunstancias por los demás pueblos de esta región sur de Veracruz.
Vendrán otros tiempos, y ya no se diga año y meses, pues no hay certeza de que aquellos momentos de convivencia se vuelvan a repetir, porque las condiciones de esta pandemia también han hecho que como seres humanos, varias formas de como se venía viviendo también entran a un nuevo modelo de hacer las cosas y con la añoranza de que, difícilmente volverán los abrazos con vehemencia.
Si ayer fueron Olimpiadas y luego Juegos locales, estatales y nacionales, simple y sencillamente en este año que se va, la tristeza envuelve a todos los deportistas, porque siempre cuanto en este mes dedicado al reconocimiento del deporte en nuestro país, poco, pero en realidad poco tendrá que celebrarse.
SOLO QUEDA ESPERAR
Sin embargo, la vida tiene que seguir, con y sin los que debieron triunfar, pero se tiene que continuar. Que el tiempo indique ahora a quienes le tocará salir a la palestra, para revivir entonces las satisfacciones y que cada deporte exhiba a sus mejores exponentes.
Y sí, un año que se va con las manos casi vacías, porque los que antes de la pandemia tuvieron la fortuna de hacerse valer, hoy disfrutan lo que les lograron de esas convivencias y competiciones. Es lo rescatable y no hubo para más. Deportes como el voleibol de playa y del deporte adaptado, concretamente en la gimnasia, son de los que por ahora podemos decir, que algo se logró.
Claro que ya no pudimos ver los triunfos de los hermanos Chessani, que aún en el 2019, nos llenaron de alegrías, no pudimos ver a los taekwondoínes alzar los brazos, tampoco en el futbol y otros deportes individuales. Nos vamos pues, casi con las manos vacías, por culpa de ese Sars Cov2.
esas ceremonias que emocionaban y que comprometían a nuestros deportistas a dar lo mejor.
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