Dicen que el zorro se deshace de las pulgas de una manera muy particular.
Se acerca lentamente al agua y empieza a sumergirse, poco a poco. Las pulgas, incómodas, comienzan a subir cada vez más alto... hasta reunirse todas en su hocico.
Entonces, el zorro se zambulle por completo.
Y listo.
Las pulgas desaparecen.
Así también sucede cuando una persona fuerte atraviesa momentos difíciles.
Poco a poco la abandonan los amigos.
Los conocidos se esfuman.
Desaparecen aquellos a quienes ayudaba, a quienes alimentaba con energía, tiempo, generosidad.
Se van incluso los familiares.
Socios, colegas, compañeros de años de trabajo — todos se alejan.
Y la persona fuerte se queda sola... en las frías aguas de la adversidad.
Triste. Vacía. Confundida.
Hasta Aristóteles sintió esa soledad.
En su momento más duro — no le quedó ni un solo amigo.
¿Pero sabes qué?
Eran pulgas.
Parásitos disfrazados de amistad.
Se alimentaban de ti, encontraban refugio bajo tu piel — con respeto lo digo.
Y mientras más largo sea el invierno de tu vida, más parásitos se irán flotando por la corriente.
Ese es el regalo oculto del mal momento.
Un "menos" que en realidad es un "más":
Te estás limpiando.
Te estás sanando.
Estás recuperando energía.
No lamentes a quienes se van cuando tú caes.
Agradece que por fin ves quién es quién.
Y como el zorro... sal del agua más fuerte, más limpio, más tú.
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto | Aviso de Privacidad
Reservados todos los derechos 2025 |