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Por Agustín Torres Delgado
Columna:

Campañas al Poder Judicial: de la Toga al Tik Tok

A veces las reformas llegan disfrazadas de progreso, en nombre de la democracia

2025-04-10 | 05:19 a.m.
Campañas al Poder Judicial: de la Toga al Tik Tok
Diario del IstmoDiario del Istmo


A veces las reformas llegan disfrazadas de progreso, en nombre de la democracia, se abren caminos que, en lugar de acercarnos a instituciones más sólidas, nos alejan de ellas. Es el caso de la reciente reforma al Poder Judicial en México, que propone que las y los jueces, magistrados y ministros, sean electos por el voto ciudadano.

Sobre el papel suena bien, incluso podría parecer un acto de justicia democrática. ¿Por qué no permitir que la gente elija a quienes imparten justicia? ¿No es ese el espíritu del poder popular? El problema está en los detalles y en este caso, son muchos.

La idea de someter al voto cargos de tan alta especialización ignora, quizá con intención, lo que representa el trabajo de un o una jurista. No se trata de popularidad ni de carisma, mucho menos de quién tiene el mejor eslogan; se trata de formación judicial, criterio, independencia, honestidad e imparcialidad. Virtudes que, dicho sea de paso, no se construyen en campañas de sesenta días con presupuestos y medios limitados, en un contexto en el que la población, comprensiblemente, no está familiarizada con los perfiles técnicos de los aspirantes.

En este momento, la mayoría de quienes buscan una posición en el Poder Judicial son personas desconocidas para la sociedad, no porque no tengan trayectoria, sino porque el modelo no les da espacio para comunicarla y sin información clara, sin propuestas entendibles ¿qué tipo de voto libre y razonado se puede ejercer?

La justicia no puede, ni debe, entrar al juego de la política electoral. No está diseñada para complacer, ni para adaptarse a mayorías circunstanciales. Un juez necesita margen para actuar con autonomía, aunque sus decisiones no sean populares, justamente por eso, someter ese poder al vaivén de las urnas no es empoderar a la ciudadanía, sino debilitar el sistema de poderes.

La imagen del juez imparcial, revestido de toga y amparado por lo solemne de la ley, se desdibuja peligrosamente cuando lo vemos repartir volantes, aparecer en spots para redes sociales o prometer: "justicia para todos", en Tik Tok, como si fuese un lema publicitario más. La escena, que parecería absurda en cualquier democracia madura, se ha vuelto cada vez más común bajo la nueva Reforma Judicial. Al obligarlos a vestirse de candidatos, están despojando a nuestras y nuestros jueces, ministros y magistrados de su autoridad, y con ella, de su capacidad para inspirar respeto.

¿Cómo podemos exigirle imparcialidad a quien necesita conquistar electores?

Las campañas judiciales no sólo trivializan el rol del juez, ministro o magistrado, sino que lo reducen a un producto de consumo, la retórica se simplifica, las promesas se vacían y la verdad –tan cara para quien juzga– se somete al algoritmo de la popularidad en las plataformas digitales.

¿De qué sirve un magistrado electo por las mayorías si su compromiso termina siendo con la opinión pública y no con la Constitución y las leyes?

Sumemos a esto la perversidad del financiamiento, las campañas necesitan recursos y esos recursos rara vez son desinteresados. En estas campañas las personas candidatas necesitan patrocinadores. Nos parece preocupante porque lo que hoy es apoyo para grabar videos, hacer pancartas o volantes, mañana puede ser un fallo favorable.

Desde Movimiento Ciudadano hemos sido firmes al rechazar esta reforma, no porque desconfiemos de la gente, sino porque creemos en las instituciones y en su autonomía, en las que funcionan, en las que se corrigen, en las que se fortalecen sin comprometer sus principios.

Eso no impide reconocer el valor de quienes han decidido postularse a pesar de las condiciones. Hay que decirlo: hace falta convicción para hacerlo, pero también es cierto que el esfuerzo individual no corrige una falla estructural.

Hoy más que nunca necesitamos un Poder Judicial independiente, no uno que dependa de votos ni de simpatías momentáneas, la justicia no puede convertirse en un experimento.

México merece instituciones serias y eso empieza por no disfrazar de democracia lo que en el fondo puede ser una trampa. Mientras tanto, seguimos viendo cómo las togas se convierten en pancartas y videos de Tik Tok; y con cada cartel pegado en una esquina, un volante o una publicación viral, el Poder Judicial se aleja de principios tan reconocidos en su labor como la seriedad, la solemnidad y la dignidad.

Mtro. Agustín Torres Delgado

Secretario General de Acuerdos

Movimiento Ciudadano


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