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Como afecta el rechazo a nuestro cerebro

| 2021-09-20 |
Como afecta el rechazo a nuestro cerebro
Diario del IstmoDiario del Istmo

De alguna manera u otra, podemos experimentar el rechazo a lo largo de nuestra vida y este puede ser ocasional, basado en una situación aislada o bien, puede ser parte de nuestra vida desde pequeños y con ello conformar nuestra personalidad y crear patrones de conducta con los que interpretamos la realidad y reaccionamos ante la vida (condicionamientos). En todos los casos, el cerebro y no solo la mente, “sufre” y se modifica para adaptarse y tratar de ayudarnos a superar el dolor que el rechazo significa.

 

Cuando sufrimos rechazo durante la primera infancia, principalmente de nuestros padres o figuras importantes en nuestra crianza, cuando nos vemos disminuidos en nuestros intentos para obtener afecto, sentido de pertenencia o bien cuando la estructura en casa en lugar de darnos seguridad y una correcta formación nos hace sentir excluidos, inferiores, poco apropiados y poco queridos, desarrollamos patrones de conducta tales como el aislamiento; huimos de las situaciones o personas complicadas antes de que ellos nos rechacen. Construimos un mundo interno “seguro” y en él nos refugiamos para encontrar un poco de amor propio. Vemos cualquier interacción con los demás que no sale como lo queríamos como un rechazo más y esto activa zonas del cerebro que dictan nuestra conducta para no volver a sufrir esa falta de amor que reconocemos desde el pasado.

Estos condicionamientos además del aislamiento, se manifiestan como poca afectividad, rechazo y juicio constante hacia los demás, miedo al cambio, poca seguridad en sí mismo, procrastinación, poca confianza en los demás y otras características de la personalidad que nos llevan a cuidarnos del rechazo sin darnos cuenta de ello.

Por otra parte, cada vez que sufrimos un rechazo o un desprecio,  las zonas del cerebro que se activan cuando sufrimos un dolor físico responden de igual manera. El cerebro es alertado a través del dolor que está sufriendo una amenaza y con ello las funciones instintivas de protección (huida, parálisis o ataque) se ponen en acción, haciéndonos reaccionar y desconectando la parte más inteligente de nuestro cerebro (corteza pre-frontal). Las reacciones con falta de consciencia, lógicamente nos llevaran a tomar malas decisiones y con ello es posible que nuestra realidad, nuestras relaciones, logros, resultados, se vean afectados.

Tan es así que existen estudios que demuestran que tomar paracetamol, reduce los efectos del rechazo. La parte emocional (amígdala e ínsula), junto con las zonas del cerebro asociadas a reconocer el dolor físico dejan de mostrar reflejos de dolor físico y es más sencillo orientar los pensamientos hacia la parte inteligente, observar si el rechazo es real, como nos afecta y cómo podemos solucionar la cuestión.

Nuestro cerebro crea esta reacción como un avance evolutivo ya que el dolor emocional tras el rechazo que internamente se entiende como físico nos lleva a hacer algo al respecto y no aislarnos del todo buscando pertenencia en otra parte o con otras personas. Este es un rasgo evolutivo pues como sabemos, el ser humano no sobreviviría de estar solo.

Debemos tratar cada aspecto individualmente, intentar paliar la agresividad y la ira, proteger nuestra autoestima y mantenernos en un lugar en el que nos sintamos queridos, pero principalmente debemos valorar si el rechazo es real o solo lo estamos suponiendo como parte de los condicionamientos que poseemos, y por supuesto, aun cuando el rechazo sea inminente y real, valorar las soluciones y enfocarnos en ellas en lugar de aislarnos y socavar nuestra autoestima.

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